21.11.07

Nos ataca el desaliento...

Cada día empiezo a darme cuenta qué tan difícil es concretar todo lo que pienso. Pero no lo que pienso para mí, me refiero a lo que pienso y quiero para el mundo, y en realidad, sobre todo para mi país.


No se por qué tengo estos pensamientos. Por qué me preocupa tanto todo. Ni por qué me duele tanto todo, ver que estamos tan lejos. Observo que ante un acto bueno, son diez los malos que resaltan. Y esos actos negativos se desparraman rápido y con efectividad por todos lados, en un segundo. Los buenos tienen efectos positivos, si, pero en un radio más chico y con mucho más esfuerzo. Además se pueden desplomar en cuestión de segundos.


¿Adónde se fue todo el bien del mundo? ¿Dónde tiene la cabeza la gente? ¿Dónde tiene su corazón? Me estoy dando cuenta de que a la cabeza la perdimos y al corazón lo olvidamos. El bien sigue estando ahí, donde siempre estuvo, en cada uno, en nuestro corazón. El problema es que vivimos en un mundo sin corazón, y por lo tanto, en un mundo sin bien, eclipsado por el mal.
Lo único que nos importa ahora es YO, y también YO y capaz, cuando tenemos tiempo, también YO. Nos consume la realidad. Nos ahogamos en un vaso de agua. Somos egoístas y atolondrados. Vivimos corriendo, empujándonos, gritándonos, quejándonos constantemente. Nos decimos cualquier cosa, lo que sea, menos… cosas lindas.


¿De qué hablamos ahora? Del éxito y la fama. Esos son nuestros valores y hacemos lo imposible por alcanzarlos. Mentir, robar, estafar, esconder… somos capaces hasta de matar; en fin: vivimos cagándonos en el otro. Si, y perdón que use esa palabra, pero no hay otra que mejor nos describa. No somos capaces de parar un segundo y ver qué estamos haciendo. No. Vivimos a mil, bombardeados por el consumismo, lo material y lo superficial, con trescientas cosas en la cabeza. Vivimos estresados. Y por eso estamos de mal humor el día entero. Nos subimos al auto y tocamos bocina hasta que nos bajamos. Subimos al colectivo y no hacemos más que insultar y quejarnos. Pretendemos caminar pero en verdad corremos, y encima vivimos empujándonos. ¿Por qué empujamos? ¿Y por qué va a ser? Porque el otro se metió en mi camino, el otro estorba.


¿Perdón? No, no pedimos nunca. ¿No viste que siempre es del otro la culpa? ¿Que me decís a mi? ¡Siempre yo! ¿Que me ponga yo en su lugar? ¿Yo? ¿Por qué no le decís al otro? Siempre yo eh, siempre yo.


Vivimos aturdidos. No escuchamos ni pensamos, actuamos. ¿Cómo voy a parar a reflexionar y escuchar si no tengo tiempo? Aparte tengo cosas mucho más importantes que hacer…


Los jóvenes no paramos de estudiar. Somos cada vez más ambiciosos y competitivos. Queremos ser los mejores. Pero ¿Quién nos empuja a ser los mejores, me podes explicar? ¡La sociedad! ¿Y sabés qué? Esta sociedad esta manejada por mayores. Son ellos los que nos llevan a esto. Ellos quieren que seamos los mejores, que seamos exitosos. Y por ese éxito se la juegan todos los días, laburando hasta las mil quinientas. Luchan, y luchamos también los jóvenes, por ese éxito que no hace otra cosa que cansarnos e irritarnos. Ese éxito que lo único que hace es hacernos perder el tiempo, y sobre todas las cosas, el sentido de nuestra vida. Nos hace poner al trabajo, al estudio y al dinero en lugar de nuestra familia y nuestros amigos. Si, priorizamos eso para hacer feliz a las personas que amamos. Es una respuesta común, y con cierta lógica. Pero el problema es que priorizamos de tal forma que llegamos al extremo de olvidarnos casi por completo de ellos. No tenemos ni tiempo para estar con ellos. Y cuando lo tenemos, estamos irritados, cansados y de mal humor. Y así nos va.


No sabemos donde estamos parados, ni tampoco hacia donde vamos. ¿Por dónde queremos que pase nuestra vida? ¿Por ser exitosos o no? ¿Para qué quiero ese famoso éxito? ¿Qué tiene la fama? ¿Qué me da? Plata, Diego, ¡Pla-ta!


Todo gira alrededor de la plata. Pero ¿Qué haces con plata? ¿Me querés decir? Y… con plata podes darle a tu familia todo lo que siempre quisiste, podes darte gustos, que se yo, ser feliz. ¿Feliz? ¿Feliz dijiste? Las cosas no te hacen feliz. Las personas te hacen feliz, y las experiencias junto a esas personas te hacen feliz. Así que no me vengas con que la plata te soluciona la vida.
¿Por qué el otro es una amenaza? ¿Por qué y cómo hicimos para llegar hasta acá? ¿Así queremos estar? ¿Así queremos vivir? Yo no quiero este país, no así.


“Para un argentino no hay nada mejor que otro argentino.” ¿Qué nos pasa gente? ¿Qué nos pasa? ¿Acaso ustedes están contentos?


No estamos en guerra, tenemos materias primas para alimentar al mundo entero. Tenemos calidad humana y el potencial necesario para despegar. Pero no lo hacemos, y dudo que pensemos hacerlo. Somos necios, tercos. Equivocamos los caminos. ¿Qué queremos hacer? ¿Tener el record Guinness de quién se tropieza más veces con la misma piedra? ¿Eso queremos?
¡Yo no quiero! Pero solo no puedo hacer nada. ¿Entendés? Na-da. O acá empezamos a remar todos para el mismo lado o nos ahogamos juntos, porque así…las cosas no van más.
Que van, van seguro. ¿Adónde? ¡Quién sabe! Y eso es lo preocupante. ¿Hacia dónde vamos?

Mirá hasta donde llegamos. Cada semana nos destruímos un poco más. Tomamos litros y litros de alcohol para divertirnos; para desinhibirnos y pasarla bien. Y eso no es todo. Las drogas nos ayudan a pasarla bien todos los días y no sólo cuando salimos. Explicame qué tipo de vida estamos teniendo para pensar que el alcohol y la droga son medios para alcanzar la felicidad. ¿Tan bajo había que caer?

El egoísmo sigue estando ahí, vivo y coleando, tan despierto como siempre. Los que se dedican a la política, pero especialmente los que anhelan alcanzar cargos importantes, lo hacen únicamente por el poder en sí mismo. No importa si son idóneos o si tienen capacidad de gestión y liderazgo. Esos no llegan nunca. ¿Porque no quieren? Quizás, aunque hay muchos que quieren, pero los bajan. Ya lo dije antes, lo malo resalta, lo bueno no.

No respetamos la ley porque somos egoístas. No respetamos un semáforo, no estacionamos donde corresponde, ni tiramos un papel en su debido lugar porque esas cosas nos hacen perder tiempo. Y el tiempo es oro.

Mientras menos tiempo tengo, menos trabajo. Mientras menos trabajo, menos plata tengo. Y mientras menos plata tengo, más infeliz soy. Esa es la lógica con la que vivimos, y lo peor de todo es que no nos damos cuenta.

1 comentario:

Ivan dijo...

Hay Diego Diego... tantas cosas para comentar. Lo lei todo todo. de un asuqe sin parar, muy interesante... pero muy duro.
Lo que mas me dan gnas de decirte... El mundo y la argentina estan llenos pero llenos de gente buena y de amor. Pero el odio el egoismo y la maldad... como que venden mas... tienen mas publicidad, ademas te duelen mas las notas mas. te aseguro que la sociedad que describis no da con la mayoria del pais. Pero si con la gente mas poderosa y "representativa", porque los que llegan a "arriba" al "exito"...si... generalmente son hijos de puta. Todo lo que escribiste es desde un punto de vista.... si miras para le costado vas a ver familias que se aman. amigos que se aman y que harian cualquier cosa por el otro e inclusiva mucha gente qeu no te conoce y que si te ve tropezar en la calle va a dejar todo por ayudarte.
El tuyo es un punto muy fatalista. SABELO el mundo esta lleno de AMOR. pero hay que saber verlo. El mundo esta lleno de DIOS. pero poder verlo es todo un desafio.

Abrazo grande
Te quiero